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Monte Análogo

Los trabajos de Emilia Sandoval (Chihuahua, México, 1975) nos dan una cierta noción de la búsqueda que se da en los escritos e ilustraciones de los viajeros naturalistas.  Sólo que Emilia lo hace de modo más personal y particular: como si, al mismo tiempo de buscar y rebuscar en la geografía, estuviese explorando un territorio vasto e interior: el de las memorias, sueños e imágenes que habitan en su mente. 

Pasa esto un poco también con su última serie: Monte análogo, una exposición basada en una novela de culto del mismo nombre publicada en París en 1954 por René Daumal.  La novela nos habla del viaje que emprenden un grupo de visionarios en busca de un monte que nadie ha visto pero que,  extraídas las conclusiones de la lógica no euclidiana, existe en alguna parte del mundo. ¿Qué hay que hacer para hallar este lugar que contraviene las leyes de la naturaleza?  Ese lugar casi invisible. Caminar, reunirse y caminar, y buscar y no dejar de caminar. 

Es algo similar a lo que ocurre con una obra artística. El creador busca concretar una visión del mundo a través de objetos que no estaban antes allí. Acaso la búsqueda constante de indicios y su reunión vayan creando un perfil de obra, un mapa. Esa es una de las constantes en el trabajo de Emilia Sandoval, la construcción de elementos que desembocarán en una cartografía peculiar. Monte análogo es la metáfora de una búsqueda particular: nadie sabe adónde llegará ni si en realidad eso que se busca existe. Sin embargo, no puede dejar de hacerlo, de crear. Lo que va dejando en el camino son como postales de un viaje vital. Podemos tomar cada obra de Monte análogo como un cuaderno de viaje. 

Emilia Sandoval busca una síntesis, una serie de objetos o formas que pudiesen hablarnos de la naturaleza, la vida íntima, los objetos que el hombre fabrica, pero de modo elemental. La palabra elemental, que también podría sugerir una metáfora del trabajo de Emilia, puede plantearse porque en cada pieza se oculta una totalidad: el signo de una unidad básica… tal como los puntos recortados de imágenes y postales, las pequeñas montañas, los trazos del hilo, las fibras de palma, las imágenes de pies, las líneas de sus recorridos apenas marcadas sobre el papel blanco: cada elemento como un fragmento sutil, que nos indica una realidad oculta y más compleja detrás. Emilia Sandoval quiere ir a lo elemental, y lo hace reuniendo y coleccionando materiales, hurgando, buscando una y otra vez toda clase de objetos complejos que, al final, desembocan en piezas que nos dan la idea de que existe en ellas algo “orgánico y elemental”.

Guillermo Santos


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