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Mi Otra Casa

Un concepto aparece de vez en cuando en la ciencia ficción en el sentido en que hay un lugar donde coexisten el pasado, el presente y el futuro. Un lugar en donde, durante tu paseo nocturno, tienes la misma posibilidad de conocer a Julio César o a tu propio bisnieto que a tu vecino de casa.

William L. De Andrea

Watertown, Connecticut

Enero, 1988


Hace quince o veinte años, vivían dos muchachos en una casa olvidada en la tierra salvaje de México; de hecho, se ubicaba no tan lejos de Oaxaca. En esta casa, había una escalera en su habitación. La escalera conducía a un tapanco privado, casi secreto. Los muchachos subían ahí todos los días. Nadie más tenía acceso; sólo ellos podían entrar. Esta decisión la respetaban todos. Los muchachos lo llamaban “Mi Otra Casa”.

Mi Otra Casa representa la libertad y la inaccesibilidad que permite que ciertas personas crezcan y se desarrollen de una manera muy singular. Mi Otra Casa es un lugar voluntariamente aislado de la vida cotidiana, del mundo alrededor. Los que entienden el concepto de la otra casa, como esos dos muchachos, generalmente son capaces de flotar y observar de manera invisible. Poder crear, desde la soledad, una separación silenciosa es muy del estilo de los de la otra casa.


Y qué pasa en la otra casa. ¿Qué pasa, de verdad, en la otra casa? En primer lugar, experimentación e investigación. En segundo lugar, una concentración profunda. El des-hacer. Se permite observar y ponderar y tomar decisiones de las que solo el habitante asumirá la responsabilidad. Vivir en Mi Otra Casa significa no depender del tiempo: no cuentan ni los días, ni los siglos. Algunos incluyen El Espacio de las Variantes en el inventario de Mi Otra Casa.

En 1995, fui a un hotel en Tánger donde empecé con mi trabajo de investigación sobre mi otra casa: el trabajo llamado Mi Otra Casa.


Me di cuenta de que había muchos libros en la otra casa a la que acudían los dos muchachos. Había criaturas vivas y muertas. Había algo de muebles y ropa. Todos estos elementos nutrían el proceso invisible que se realiza en la otra casa: ahí, se crea todo un mundo. Oí que Mi Otra Casa es un refugio, un refugio del espíritu. Oí que ir a Mi Otra Casa te da la confianza de regresar a la casa habitual. Se dice que Mi Otra Casa es como mi casa habitual con una sola diferencia. En Mi Otra Casa, tú haces todas las reglas; en mi casa habitual, sigues todas las reglas. Y ¿qué queremos decir con “mi casa habitual”? Queremos decir ese reino enorme que rodea por todas partes Mi Otra Casa.

¿La mente profunda es Mi Otra Casa? ¿El estanque del jardín de Mi Otra Casa es muy profundo? Hay tanto que decir sobre Mi Otra Casa. No tiene ni lugar ni ubicación fija, pero su ubicación y lugar son muy específicos. La consecución se vincula siempre con la satisfacción; uno así tiene menos miedo.

Viví con dos muchachos y su hermana y su madre en esa casa lejana donde se descubrió Mi Otra Casa. Los vecinos, Brígida y Paula, vivían con nosotros. Había muchos perros. Los árboles eran grandes. Philip, mi gemelo, estaba ahí también. Adoraba la casa habitual; anhelaba Mi Otra Casa. Eso era el principio de Mi Otra Casa.

La exposición que vemos actualmente en la Galería Quetzalli es una continuación del trabajo de Mi Otra Casa. Algunas de las piezas que vemos en Mi Otra Casa fueron creadas específicamente para esta exposición y para este espacio.


Mi Otra Casa es una manera de ver, de concebir, de descifrar, de relacionar, de contemplar y percibir.

James HD Brown

Mérida, México Noviembre, 2018


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