Arte y coleccionismo
Guillermo Santos
El coleccionismo ha sido un hecho fundamental en la historia del arte.
Sin la obsesión de ciertos coleccionistas el universo artístico sería menos vasto. El mito del cuadro oculto durante
décadas en un sótano o en una casa de campo enriquece el universo de la mirada contemporánea. De pronto, como algo inesperado, resurge del olvido un Turner, por ejemplo. ¿Cuánto se hallará oculto y cuánto ha sido destruido? El coleccionista resguarda al arte del olvido.
Sin duda, coleccionar es un arte en sí mismo, porque toda colección construida a base de gusto, inteligencia y
experiencia, nunca será igual a otra y manifestará una relación e interacción específica con todos sus objetos. Aunque todos por naturaleza tengamos el impulso por ir reuniendo ciertos objetos, para coleccionar arte se requieren de diversos criterios que muy seguramente parten del gusto particular. Así, sin quererlo, una persona va adquiriendo todas las imágenes que encuentra de rinocerontes, árboles, paisajes, simplemente por que le agradan, sin saber que también está contribuyendo a un debate estético que lo relaciona con toda la cultura. Las cuestiones fundamentales, como las preguntas, atraviesan a toda la humanidad. Y el coleccionista responde también a esas preguntas con sus objetos de arte, con sus gestos, con su forma de contemplar sus valorados elementos. Pensemos en los grandes conjuntos de arte que podemos observar hoy gracias al trabajo de un museo o una galería, que han sido prestados por particulares. A veces, las exposiciones internacionales dependen de ese fondo privado que se convierte en un bien para la sociedad.
La gente colecciona por muchas razones, pero más allá del mero placer de poseer está la noción de ser el guardián de piezas únicas. Además, es muy difícil que una obra de arte bien conservada se devalúe, por lo que se convierte en una buena forma de invertir, fomentar la cultura creativa y pensar a futuro. El arte nunca es solamente el material sino un conjunto de ideas y pensamientos. Por lo que cualquier colección será un legado no sólo físico.
Italo Calvino se pregunta qué intenta hacer un coleccionista: “¿Un diario secreto? ¿Una descripción del mundo?” Casi cualquier elemento que se nos ocurra podría coleccionarse. Ante el inmenso mar de objetos que se producen en la actualidad, el coleccionista se concentra en el deseo íntimo, en que todos esas formas creadas o no por el ser humano, guarden una medida con él y pasen a formar parte de su existencia. Así, en ir reuniendo aquí y allá objetos que le gustan, va creando una memoria personal que poco a poco va conectándose con la memoria de la humanidad.